Por: Esteban Beltrán Ulate, Profesor.

Omar Dengo en una ocasión escribió, “La bondad en una fuerza invencible”, estas palabras deben resonar en nuestros corazones hoy más que nunca, sobre todo en medio de un momento de crisis multi-factorial.

Como humanidad enfrentamos grandes desafíos en tiempos de incertidumbre, mientras el sacrificio de los más vulnerables se revela como porcentajes en las pantallas. La pandemia nos recuerda lo frágiles que somos, nos muestra también el débil sistema económico en el vivimos, en el cual la distribución de riquezas es inequitativa y el soporte de necesidades básicas aún no cumple un nivel adecuado para atender las necesidades que permitan bienestar.

No obstante, tal como le recuerdo a mis estudiantes, aunque no tengamos a mano una solución a todos los problemas, no debemos renunciar a la posibilidad de ir construyendo en conjunto alternativas para ir respondiendo a nuestros desafíos, ya que la peor decisión que

podemos tomar, es permanecer inmóviles. No debemos sucumbir ante la desesperanza, debemos asumir con valor la responsabilidad por nuestras vidas, las vidas de los demás y el cuidado del entorno, nuestra casa común como reza el Papa Francisco.

Los desafíos que enfrentamos son globales y nos recuerdan que somos ciudadanos del mundo, que nuestra nación es el planeta, y que nuestro destino es el ahora. Sin embargo, más allá de este desafío de gran magnitud, debemos asumir con claridad y realidad que nuestra tarea es en lo inmediato, si muchos y muchas hacemos lo que nos corresponde con ética y valor en los marcos de acción de nuestras comunidades y trabajos, nos convertiremos en una fuerza incontenible a lo largo de las comunidades, cantones, provincias, país.

Pero ¿cómo ponernos de acuerdo?, esa es la pregunta que surge en momento de tanta crispación social debido a la angustia, pues la respuesta está en la frase de Omar Dengo, en la bondad encontramos el camino. La bondad es una y siempre en ella está la verdad. 

Por más diferencias de criterios entre hombres y mujeres, en lo profundo del corazón del pueblo, la bondad es una brújula que orienta la vida, es momento de juntar esas brújulas, es momento de tejer con cada hilo de oro que se desprende de cada persona que empieza a seguir su vocación humana hacia el bien. Esto se logra mediante el diálogo.

Que sea la bondad la llama que permita avivar el fuego que da calor en medio del frío y luz

en medio de la noche. Construyamos espacios seguros de diálogo para descubrir en nuestras comunidades los hilos de esperanza, para tejer como pueblo una esperanza que responda desde lo local a los desafíos globales. Construyamos la esperanza con asambleas de diálogo en las comunidades, debemos ser contemporáneos a nuestro tiempo y responder con alternativas en comunidad.

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