La reducción de las actividades antropogénicas durante la pandemia (industriales, de urbanización, movilidad social, entre otras) han hecho que las estaciones del Observatorio Vulcanológico y Sismológico (OVSICORI) de la Universidad Nacional detecten una disminución de ruidos sísmicos, comprobando que las actividades de los seres humanos son una fuente de radiación sísmica. 

A diferencia de los terremotos, erupciones volcánicas y tsunamis que tienen vibraciones notorias y susceptibles, los ruidos sísmicos son casi imperceptibles para el ser humano.

La disminución del uso del transporte público y privado ante la restricción vehicular, el teletrabajo, la prohibición de concentraciones masivas y el distanciamiento social, han provocado que los seres humanos bajen la intensidad en las actividades cotidianas. Este escenario hace que se reduzca la vibración y deformación del suelo. 

El contexto motivó que se hiciera una observación minuciosa del comportamiento, iniciativa que es liderada por Esteban J Chaves, doctor en sismología e investigador del Ovsicori-UNA.

Esta es una observación única, teníamos más de 100 años de no pasar por un periodo de pandemia como el que estamos viviendo, y tenemos la capacidad de monitorearla desde el punto de vista científico, demostrando que procesos tan pequeños como los cambios en la movilidad social pueden afectar la vibración constante o permanente de la tierra sólida. Las actividades antropogénicas pueden ser cuantificadas desde el punto de vista sismológico y podemos hacer uso de esas señales para entender los cambios en la dinámica socioeconómica y cultural de una población” explicó Chaves. 

El doctor en sismología agregó que la observación se enfocó en la ciudad de Heredia en la que se incluyeron cantones como Santo Domingo, San Pablo, San Rafael, Barva y San Isidro arrojó datos importantes. 

La estación sísmica del OVSICORI ubicada en el campus Omar Dengo de la UNA, registra la información correspondiente a Heredia. En la observación se destaca que durante este tiempo de pandemia el ruido sísmico de fondo o la radiación de fondo se redujo en un 50% (la amplitud del suelo cambió alrededor de 120 nanómetros); la estación sísmica estaba registrando sismos de magnitud 0 y 1 y antes no los podíamos ver porque el ruido sísmico antropogénico nos enmascaraba la señal; esto me permite como sismólogo hacer un estudio de la actividad sísmica que ocurre principalmente en las regiones o las fallas más cercanas a la estación sismológica” explicó el investigador.  

Otra de las ventajas y novedades que permite esta observación,  es que el ruido sísmico puede utilizarse para medir cambios en la actividad socioeconómica de una ciudad y cuantificar su desarrollo. 

Podríamos aplicar el método para entender el comportamiento de estructuras como puentes  y carreteras y así generar estructuras más seguras y mejor preparadas para las condiciones ambientales. Un sismólogo podría monitorear una carretera con la instalación de equipo  y hacer un conteo de cuantos carros circulan por ahí y cómo responde el material, determinar qué cantidad de  vehículos son necesarios para deformar el suelo a cierta magnitud, cómo podemos estabilizar taludes, evitar deslizamientos y otras informaciones. En Corea del Sur, por ejemplo, utilizan el ruido sísmico para medir el crecimiento económico de la capital” añadió el doctor en sismología. 

Para Esteban Chaves esta medición de campo,  permitiría dejar atrás iniciativas de investigación ortodoxas. El investigador señaló que la herramienta facilitaría la planificación  de un mejor desarrollo urbanístico, o bien, medir de manera cuantitativa el desarrollo cultural y  el crecimiento de desarrollo turístico, o cómo afecta el desarrollo industrial en una zona o bosque en particular. A su juicio, aunque la aplicación es realmente novedosa aún no se potencializa al 100%. 

El análisis que efectuó el OVSICORI se replicó en diferentes ciudades de todo el mundo. 78 científicos sismólogos de distintos países se reunieron para compartir los resultados; en las conclusiones se determinó que al igual que en la ciudad de Heredia, el ruido sísmico generado por las actividades de los seres humanos disminuyó de manera considerable durante este periodo de pandemia, permitiendo visualizar los sismos registrados de magnitudes más pequeñas. 

La investigación también permitió que la Universidad Nacional impulse el primer curso relacionado con la materia denominado: “Bio-Sismología: El Acoplamiento e Interacción Física entre la Biosfera, Hidrosfera y  la Antroposfera con la Tierra Sólida”. 

El curso de 6 meses de duración se impartirá a partir del segundo semestre del 2021 y se dirige a carreras como biología, enseñanza de las ciencias, topografía, química, ciencias geográficas, ambientales e hidrología. 

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